El reciente acuerdo comercial entre Estados Unidos y Reino Unido ha generado controversia en la industria automotriz estadounidense. General Motors (GM), Ford y Stellantis han expresado su descontento, argumentando que las nuevas condiciones podrían perjudicar la competitividad de los fabricantes norteamericanos.
Detalles del acuerdo entre Estados Unidos y Reino Unido
El acuerdo, anunciado por el presidente Donald Trump, permite a los fabricantes británicos exportar hasta 100,000 vehículos anualmente a Estados Unidos con un arancel reducido del 10%, en contraste con el 25% aplicado a vehículos importados desde Canadá y México bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Además, se eliminan los aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio británicos, y se otorgan términos favorables para la importación de motores Rolls-Royce y productos farmacéuticos del Reino Unido.
Declaraciones de los fabricantes estadounidenses
Matt Blunt, presidente del American Automotive Policy Council (AAPC), que representa a GM, Ford y Stellantis, manifestó que el acuerdo favorece a los fabricantes británicos en detrimento de los norteamericanos. Según Blunt, los vehículos importados desde el Reino Unido podrían contener menos componentes estadounidenses que aquellos producidos en Canadá o México, lo que pone en desventaja a los fabricantes que cumplen con los requisitos del T-MEC.
El resultado añadió el grupo, es un perjuicio para “los fabricantes de automóviles, proveedores y trabajadores del sector automotor en EE.UU.”.
“Esperamos que este acceso preferencial para los vehículos británicos frente a los norteamericanos no siente un precedente para futuras negociaciones con competidores asiáticos y europeos”, concluyeron.
Ford estima que los aranceles actuales le costarán $2.5 mil millones en 2025, aunque espera reducir esa carga en $1 mil millones. GM anticipa costos relacionados con aranceles entre $4 y $5 mil millones, con la intención de mitigar al menos el 30% de ellos.
Implicaciones para la industria automotriz
Los fabricantes estadounidenses argumentan que el acuerdo podría sentar un precedente para futuras negociaciones comerciales, potencialmente otorgando ventajas a competidores extranjeros que no cumplen con los estrictos requisitos de contenido del T-MEC. Esto podría erosionar la base manufacturera estadounidense y afectar negativamente a los trabajadores y proveedores locales.
Además, el acuerdo se produce en un contexto en el que los fabricantes estadounidenses han invertido significativamente en sus operaciones nacionales. En la última década, Ford, GM y Stellantis han invertido $87.8 mil millones en sus instalaciones en Estados Unidos, gran parte de ello destinado a tecnologías de movilidad futura.
Reacciones en el Reino Unido
El primer ministro británico, Keir Starmer, calificó el acuerdo como un avance significativo para la industria del Reino Unido, especialmente para sectores como el acero y la automoción. Sin embargo, algunos críticos argumentan que el acuerdo no aborda adecuadamente sectores clave como la tecnología y los servicios digitales.
El acuerdo comercial entre Estados Unidos y el Reino Unido ha sido recibido con escepticismo por parte de los principales fabricantes de automóviles estadounidenses. GM, Ford y Stellantis temen que las nuevas condiciones perjudiquen la competitividad de la industria automotriz norteamericana y sienten un precedente que podría afectar futuras negociaciones comerciales. La situación destaca la complejidad de equilibrar acuerdos comerciales internacionales con la protección de las industrias nacionales.