La Asamblea Legislativa de El Salvador, dominada por el partido Nuevas Ideas del presidente Nayib Bukele, aprobó el 31 de julio de 2025 una reforma constitucional que establece la Reelección indefinida en El Salvador, elimina la segunda vuelta electoral, amplía el mandato presidencial de cinco a seis años y adelanta el fin del período actual para sincronizar elecciones. La medida fue aprobada con 57 votos en un trámite expedito sin discusión legislativa sustantiva, lo que ha desatado alarmas sobre una concentración creciente de poder.
¿Qué cambia con la reforma constitucional?
La reforma introduce modificaciones profundas en la arquitectura del poder presidencial:
Ampliación del mandato y sincronización electoral
El periodo presidencial se extiende de cinco a seis años. Además, el mandato en curso fue acortado para terminar en 2027 en lugar de 2029, con el argumento oficial de unificar elecciones presidenciales, legislativas y municipales.
Eliminación de la segunda vuelta
Se suprime la segunda vuelta electoral, lo que permite que la presidencia se decida por mayoría simple, reduciendo así la necesidad de amplias coaliciones o legitimación adicional.
Legalización de la reelección continua
Se elimina la prohibición expresa de la reelección inmediata y se abre la puerta para la Reelección indefinida en El Salvador, dejando sin efecto los candados históricos que impedían la perpetuación en el ejecutivo sin límite conocido.

Antecedentes: cómo se pavimentó el camino hacia la reelección indefinida
La actual reforma no surge en el vacío. En 2021, la Asamblea Legislativa, controlada por Nuevas Ideas, destituyó y sustituyó a los magistrados de la Sala de lo Constitucional, lo que permitió reinterpretaciones clave de la Constitución. Ese mismo foro, en septiembre de 2021, la Sala dictaminó que la reelección presidencial inmediata era constitucional, anulando restricciones previas y habilitando al presidente Nayib Bukele para competir en 2024.
Ese fallo y el mecanismo institucional previo sentaron las bases jurídicas y políticas para que la Reelección indefinida en El Salvador dejara de ser una interpretación marginal y se convirtiera en una reforma explícita y permanente.
Voces de la oposición: denuncias de autoritarismo
Los partidos opositores calificaron la reforma como una ruptura con la legalidad democrática.
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Marcela Villatoro (Arena) declaró que el Congreso hizo “una confesión pública de haber matado la democracia disfrazada de legalidad” y acusó de “romantizar la dictadura”.
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Claudia Ortiz (Vamos) afirmó que el cambio “es un plan para quedarse con el poder, no para devolvérselo al pueblo”.
Estas críticas se suman a alertas de organizaciones civiles e internacionales que ven en la concentración continua de poder un debilitamiento estructural de los contrapesos institucionales.
Cambio de discurso oficial
En febrero de 2025, Nayib Bukele había asegurado que “no era necesaria una reforma constitucional” para permitir su continuidad, pero el oficialismo revirtió esa postura, argumentando ahora que la reforma busca “sincronizar calendarios electorales y reducir costos”. La contradicción entre el discurso previo y la acción concreta refuerza la percepción de que el objetivo central es institucionalizar la permanencia del liderazgo presidencial.
Implicaciones de la reelección indefinida en El Salvador
La consolidación de la Reelección indefinida en El Salvador representa un cambio estructural en el sistema político nacional: elimina límites efectivos a la continuidad del poder ejecutivo y reduce los frenos democráticos tradicionales. Al combinar ampliación de mandato, eliminación de segunda vuelta y habilitación de reelecciones sin tope, se construye un presidencialismo con menos controles formales y mayor dependencia en la popularidad del líder, en lugar de equilibrios institucionales.
Analistas y observadores internacionales advierten que la reforma puede acercar al país a modelos autoritarios vistos en la región, donde la legitimidad electoral se mezcla con erosión gradual de la separación de poderes.